Powered By Blogger

domingo, 29 de julio de 2012

Descubriendo la Colombia profunda y otras yerbas (Parte I)


Hola amigos, familiares, conocidos y alguno que otro fan del blog suelto por el mundo!  Antes que nada millones de perdones por esta abandonada tan grave y larga. Ojo, tampoco tenía un piquete en la puerta de mi casa con pancartas, quema de llantas y los gordos de la CGT reclamando el regreso, pero si varios que me habían comentado que lo extrañaban. Excusas tengo muchas. Falta de tiempo, exceso de trabajo, hasta quizás un poco de acostumbramiento al destino lo cual ha hecho que perdamos en cierto modo la capacidad de asombro.  O parafraseando a Serrat, “las musas estaban de vacaciones”.

Pero bueno, aquí estamos. We are back, tratando de recordar todo lo que me ha pasado en estos meses de silencio virtual (no crean que en mi casa estuve muda, eso hubiera sido demasiada felicidad para mi esposito).  Increíblemente ya han transcurrido dos años desde que llegamos a estas tierras y seguimos, firmes. Según algunos nos hemos “colombianizado”,  aunque mis alumnos de la universidad creen que estoy mas porteña que nunca.  Tal vez como mecanismo de defensa de mi argentinidad ando pronunciando con mayor énfasis la shhhh y el vos. Aunque reconozco que se nos escapa inconscientemente un “oye”, “contigo” o la infaltable y nunca bien ponderada “Que pena con usted”, frase multiuso y aplicable en cualquier lugar y ocasión.

Pero bueno, disculpas dadas y espero aceptadas, pasaré a relatarles los viajes que me han tocado hacer en estos tiempos que no han sabido de mí. A modo de introducción les cuento que debido a mi trabajo como consultora en turismo he conocido aquellos lugares del país que tienen una potencialidad (o no) para atraer visitantes.  Para los que no son del rubro e imaginan que los que nos dedicamos a esto nos la pasamos viajando les comento que a veces sí ocurre, pero no como ustedes fantasean. No nos mandan a un Club Med, no tenemos tiempo de estar en la playa tirados tomando agua de coco y definitivamente tampoco por las noches nos vamos de rumba (bueno… casi nunca). De hecho llegamos TAN cansados de recorrer en un día lo que un turista normal hace en tres, que la mayoría de las veces preferimos dormir sin cenar, dado que al día siguiente recomienza. De todas formas, no me quejo, por el contrario. He sido muy afortunada de poder descubrir sitios maravillosos, tratar con locales que nos han recibido con calidez y en general llevarme una idea de la Colombia profunda, que no se aleja tanto de la increíble y mágica Macondo. Aquí van algunas de las historias.

VISITANTE INESPERADO EN RIOHACHA
Dunas de Taroa, Alta Guajira
La Alta Guajira es uno de los lugares más bellos que he visto en mi vida. Recorrerla es entrar a un universo paralelo, donde no hay más que arena y mar perdiéndose en el horizonte. Cuna y hogar de la etnia wayuu, los mismos indígenas son los encargados de proveer alojamiento y restauración en Cabo de la Vela y mas allá.  A medida que uno se va adentrando, las comodidades desaparecen y los turistas deben acostumbrarse a tener servicios básicos, dejando de lado la fuerte carga urbana. Digamos que bajo estas premisas, yo ya iba a preparada para todo. Visité una ranchería wayuu, me vistieron de indígena, me pintaron la cara e hice los bailes rituales. Todo sea por el turismo…

En el Cabo de la Vela es posible dormir en chinchorros (hamacas) bajo las estrellas y a orillas del mar.  Suena muy linda, romántica y original la propuesta pero si uno no está acostumbrado, es muy probable que al día siguiente se despierte acordándose hasta de la abuela de la que tejió el chinchorro.  A mí me encantan las nuevas experiencias viajeras así como trabajar en pos de la gloria del turismo colombiano, pero  conozco mis limitaciones físicas y no tengo 20 años.  Así que haciendo un exhaustivo análisis de los pro y los contras, decline la amable sugerencia  y elegí dormir en una cabaña (aun a riesgo de sonar snob y citadina).

Luego de tres días inolvidables en el lejano oeste colombiano, regresamos a Riohacha, capital y ciudad principal del departamento.  Vuelta a la civilización y a dormir en un colchón. Mis compañeros de viaje estaban alojados en otro hotel por lo cual terminada la cena nos despedimos hasta el día siguiente.  Muerta de cansancio, me pego una ducha y me meto en la cama con mi netbook, dispuesta a escribir mis impresiones acerca del viaje. De repente veo algo negro que sale de la cama y sale para el baño.  Haciéndome la macha y mujer todo terreno pienso “debe ser un bicho, lo voy a matar y ya”.  Me dirijo armada hasta los dientes… con una ojota (chancla), muevo el tacho de basura y surprise! Lo que sale no es una cucaracha ni similar. TIENE COLA Y PATAS!! Pego un grito que se escucha hasta Venezuela. AGRRRRRRRRR, UN RATONNNNNNNN!!!! Quiero escapar cuanto antes, pero afortunadamente caigo primero en la cuenta que no estoy “fully dressed”.  Llorando (ahí se termino mi espíritu aventurero) manoteo un pantalón (tampoco voy a perder la poca dignidad que me queda luego del alarido) y salgo corriendo para la recepción al grito de  UNA RATA, UNA RATA. Vienen detrás mío los recepcionistas dispuestos a todo. Yo me niego a regresar al cuarto a pesar de que todas mis pertenencias están allí.  Se ponen ambos a la caza del roedor, pero con MI OJOTA!! Ah noooo, lo único que me falta, que mi ojota sea el arma asesina.  Si lo van a matar, háganlo por sus propios medios. Mueven cama, sillas, todo hasta que finalmente acaban con la infeliz vida de la criatura. Salen con el cadáver en una bolsa. Lagrimas ruedan por mis mejillas, no por el destino cruel del animal, sino por mi!. Trato de llamar a mis colegas para que me vengan a rescatar pero tan agotados como yo del viaje nadie responde. Me encuentro sola y desesperada, además de muerta de sueño. ¿Qué hacer? Según me dicen no hay lugar en ningún lado debido al festejo del carnaval. De hecho, la explicación que me ofrecen es que el primo de Mickey Mouse debe haber venido con una de los trajes de las reinas guardan en sótanos todo el año.  “Menos mal que nunca me uní a la comparsa” pienso.  No tengo muchas opciones, una de ellas es dormir en otro cuarto revisado y verificado.  En un principio me niego. Sin embargo y en  contra de todo pronóstico, caigo profundamente dormida hasta el día siguiente. 

Me prometí en ese momento que la próxima vez que viera a un familiar de Mickey seria en Orlando. Lamentablemente no fue así. En el próximo capítulo les contare acerca de mi vista al Asadero de Cuy en Neiva.