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miércoles, 25 de agosto de 2010

Un tropezón ES caída

Para los que me conocen bien, saben que la "torpeza" es una de las palabras que me describen. Es normal que me lleve por delante picaporte, puertas y viva con las piernas llenas de moretones. Pero que ayer me superé!


Me encontraba haciendo unas diligencias por la ciudad y pensando en "pajaritos de colores". Debe ser por ello que no vi un separador de parqueadero que no sé si estaba roto o es que yo estaba muy distraída. El hecho es que volé por los aires de una manera poco elegante.


Cuando abrí un ojo y miré para arriba, entre la vergüenza y el dolor del golpe, me encontré con tres personas que intentaban levantarme. Claro, estaba toda mi pequeña anatomía desparramada por las calles de Chicó. Como decimos en Argentina, "compré medio Bogota". Menos mal que era una calle no tan céntrica, si hubiera sido en la Zona T ya estaba comprando mi pasaje de regreso.


Volviendo al relato, con la ayuda de la gente me pude parar. Cuando me toqué la frente me di cuenta que me sangraba. En ese momento me bajó un poco la presión, imagino que más por la impresión que por el golpe en sí. Lo primero que atiné fue a sentarme en el escalón de una galería para reponerme del mareo y poder tomar un taxi a mi casa.


Fue allí que llegó una de mis hadas madrinas, Clara. Me vio en ese estado penoso que estaba y me llevó al consultorio odontológico de su amiga Jackie. Entre las dos me atendieron, me hicieron los primeros auxilios y fueron extremadamente cálidas y gentiles.


Al ver que estaba repuesta, llamaron a un chofer de su confianza para que me conduzca a mi casa. A pesar de mis pedidos, no me permitieron pagar nada, ni siquiera el traslado.


Por tratarse de un golpe en la cabeza, me aconsejaron que viera un médico, no sea cosa que las ideas se me hayan movido de lugar! Fui a la clínica, me revisaron y me dijeron que sólo se trató de una contusión leve. Cuando le conté al doctor lo que me había pasado me dijo "es que los colombianos somos buena gente". Y la verdad que sí, porque a pesar del feo momento, fui afortunada de cruzar en mi camino a dos personas de buen corazón.


A Jackie y Clara, muchísimas gracias!! No fue tan malo haberme caído si ese era el modo de conocerlas.

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